Querida compañera de piso:

¿Te imaginas qué hubiera pasado si mis vecinas no llegan a hacerme la vida imposible?
¿Te imaginas que ahora siguiese en aquel piso y no hubiese recibido aquel evento con la foto de Barney Stinson, buscando compañero de piso, lleno de comentarios? Y si tu nombre no me hubiese gustado tanto como para guardarlo en una nota de movil y esperar un par de días para preguntarte ¿buscas piso?
Simplemente no hubiera pasado nada. No estaríamos aquí, en los sofás más sucios y llenos de risas de Santiago, con una manta y dos almohadas de flores. Con Perroso, con las mesas llenas de potingues para exfoliarnos. No tendríamos dos habitaciones para hacer fiestas de pijama. No tendría chistes macabros que contar, ni sueño a todas horas porque nos pasamos las noches mirando Cuéntame hasta que las gaviotas nos dan los buenos días. No habría vivido la presencia policial en casa, después de que un novio defensor de causas perdidas reventase la puerta cual Spice Girl deportiva, a patadas, ni los refuerzos, ni el esparadrapo en la cerradura. No tendría fotos de chicos desconocidos de hace dos años y que tu conoces. No tendría a quien hablarle de la base y la mano, “la mano no es del color de la cara, Ally”. No amaría a la partera, a la inglesa, a Hipólito, a Fidel. No sentiría frío y calor cada vez que intento cerrar la ventana del salón, pero no encaja. No tendría dolor de barriga cada vez que nos miramos, ni 2x1 en maquillaje. No tendría modelo de fotos, ni agua fría, ni lasañas de microondas, ni huevos en tupper wares, ni ganas de volver a vivir en Santiago. No amaría tanto las pipas ni el zumo de piña. Ni a Sabina, ni a Vetusta Morla, ni a Bisbal, todo sea dicho.

Si ni siquiera quiero pensar que dentro de 5 días tendremos que cerrar la puerta de este piso para siempre. ¿Cómo narices voy a pensar en todo lo que me habría perdido de no haberte conocido?

Ahora solamente intento pensar en que se pare el tiempo, en que no llegue el examen, ni la cena, ni el viernes, ni las cajas y bolsas del sábado. No quiero recoger nada de lo que he ido colocando aquí, los recuerdos de cuatro meses contigo pesan mucho.

Y aquí estoy, con el coche lleno de bolsas y cajas. Abro el libro que me dejaste y comienzo a leer. Y en el bolsillo, para que me den buena suerte, llevo las conchas que me regalaste.
Puedes creértelo o no, pero el hecho es que siempre las miraba, en el cajón de mi mesilla, antes de dormir, a unos pasitos de tí. No se si como atrapasueños, o por que me diesen buena suerte.
Ahora sí que se terminó, no queda nada, un par de colchones desnudos, las estanterías vacías y la casa oliendo a Nenuco.
Pero ya sabes, “te veo el lunes”.

www.marta-suarez.tk (c) Marta

No hay comentarios :

Publicar un comentario