tengo doscientas cincuenta horas perdidas llorándote en un rincón alquilado a la esperanza, tengo dos entradas al concierto de nuestras canciones que nunca usamos. y el corazón hecho trizas, clavado en mi pared con la chincheta del tiempo, el tiempo que pasó sin que lo arreglásemos.
tengo los restos de tiza en el borde de aquella acera donde escribimos nuestros nombres. tengo la manga arrugada de aquella chaqueta donde metí mis manos en el frío de aquella noche y, metida en una caja de cartón, la luz de la farola que parecía calentarnos.
y cuando tengo ganas de llorar, miro al suelo y veo esparcidas las pisadas del camino sin salida que recorrimos.
y tengo tanto que solo tengo nada.

(c) marta.

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