Lo único que sé es deshacerme en el viento. Dos años después.
Dos años de silencio y blanco en los papeles. Más de seiscientas noches en las que buscarme la vida para escupir todo lo que me ahogaba sin poder escribirlo. Como si al irte hubieras tirado al mar la llave que libera mis manos y mis ojos.
Ya no me acuerdo cómo se hace. Cómo se desliza mi mano sobre la mesa y cómo duele la pluma clavada en mis dedos, poniendo la fuerza en ella y en lo que cuento. Tampoco soy ahora capaz como antes de correr con los ojos de un lado al otro de las líneas.
Porque me has robado todo. Las ganas y las armas. Ya no sé como escribir sin tí. Y lleno mi habituación y mi vida de bolas de papel arrugadas llenas de intentos inútiles de contarte que no quiero que vuelvas porque te echo de menos.
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