De
aquella noche recuerdo el número del portal de enfrente. El número
de hojas secas tendidas en la acera como víctimas de un atropello.
Las risas de aquellas chicas que bajaban la calle dejando el rastro
de perfume a su paso.
Recuerdo
cada uno de tus cabellos bailando sobre tus ojos mientras me
hablabas. Tengo grabada cada canción que salió de cada ventanilla
bajada, de cada radio de cada coche que surcó la carretera, mientras
enunciabas tu discurso ensordecedor. Porque creo no haber oído nada.
Me
acuerdo del punto exacto en el que dejaste de abotonarte la camisa
aquel día. Del número exacto de centímetros de piel que me
regalaste.
De
las veces que parpadeé y te miré. De la coreografía de tus manos
intentando hacerlo menos trágico. De la matrícula del taxi que te
dejó en mi portal. Del ritmo de tus pasos al irte. De los segundos
que duró tu abrazo.
Tengo
mi garganta impregnada de tu colonia y los malditos y dulces
recuerdos que trae siempre consigo. Tengo en las manos guardadas las
ganas que no demostré. De enganchar tu chaqueta, de acariciar tu
mejilla izquierda. De meter mis dedos entre el pelo de tu nuca. De
recordarte a tí, amnésico de mi, lo que te gustaba que lo hiciese.
Pero
no alcanzo a recordar ni una sola frase tuya de aquella despedida. No
soy capaz de hacer nada más que resumir la infinita danza de tus
labios durante unos diez minutos en una palabra: adiós. Cinco
letras, dos sílabas. Un mundo.
Lo
hubiera dado todo por un paréntesis, por un punto y seguido, a
parte, por un quizás.¿Sabes? Hubiera soltado mi propio discurso
ridículo en busca de limosnas, de besos y prórrogas. Hubiera salido
corriendo en busca de las razones que tú no habías encontrado en el
rollo de esta película, la hubiera repasado y te los habría
regalado.
Pero
en cuanto el ruído de tus excusas voló alrededor de nuestras
cabezas repitiendo una y otra vez un adiós que retumbaba en las
paredes de mi pecho como un eco asesino, ahí, en ese preciso
instante, aunque hasta ahora me lo niegue, supe que todo aquello que
ahora tengo grabado me recordaba que no eras tú. Que le había
puesto el apellido equivocado a mi vida.
Para conocer la verdadera historia... {Noche de verano - Andrés Suárez}
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