“Tanto hablar del fin que ahora apenas duele...”
Y aquí estoy. Quizás no lo esperabas. Tal vez sí ¿quién sabe? Yo tampoco sé cómo acabé entre las líneas de este guión improvisado. Eso creo que deberías contármelo tú.
Yo sólo espero a que me cuentes tu plan maestro para terminar con todo, sentada frente a un café que no se enfría y con el que, creía, tendría un aliado entre silencios incómodos, robándole un sorbo que me entretenga cuando no sepa qué decirte.
Ben Howard va contándole al público presente por el hilo musical cómo los recuerdos son lo mejor que hemos tenido. Y las mangas de mi camisa siguen dobladas, sin darme tampoco pretexto con el que interrumpir el debate de miradas que vas ganando por goleada indiscutible.
Siempre he odiado la manera que tienes de hacerlo, mirarme sin parpadear, sin miedos ni vergüenza. Con el poder suficiente para que me tiemblen los párpados y no sepa escucharte y mantener el duelo a la vez.
Dímelo ya, hemos quedado para no volver a hacerlo jamás. Cerrar las puertas, coser las heridas. Tú lo ves como la simple sutura de un corte superficial. A mí se me cae la sal en las llagas y se me clava el filo de la navaja cada vez más hondo.
Y lo peor es no saber odiarte. No saber buscarte las cosquillas y buscar la mejor de mis respuestas, porque intento aplacarte. Lo peor es cuando solo sabes sonreírme. Haciendo de esto algo natural. Del hecho de haberme mentido, haberme embaucado.
Haber sacado del cajón todas las plumas con las que suelo escribir. Hacer que agote la tinta en papeles que acabaron arrugados en la papelera de otra. Otra que ya estaba, que siempre estuvo ahí. Contarme que los bosques de noche son tristes sin mí, dormirte con ella después.
Al final simplemente supe quedarme con un libro en la mesilla, dos servilletas usadas de algún bar que visitamos, fotos que nunca se revelarán. Rellanos con tu olor.
Puede que haya perdido la partida, que no volvamos siquiera a jugar. Pero mi premio de consolación, la arena en mis zapatos, para mí es la marca de guerra que necesitaba para no volver a tropezar. No me encariñaré con una piedra como tú. Nunca. Nunca más.
Tanto hablar del fin que ahora apenas duele...
Para conocer la verdadera historia... {Noches reversibles - Love of lesbian}
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