Boomerang

Tengo que dejarte ir. No tengo más excusas para reternerte en la terminal.
 Pero quiero que sepas que si alguna vez te falla, si las opciones elegidas se vuelven en tu contra, recuerdes que al otro lado del mundo hay otra más. La definitiva, la recurrente, la fallida pero la que siempre se define por “esta vez puede que sí”. La opción de la esperanza.
Y, aunque no te lo creas, esperaré. ¿Acaso tengo algo mejor que hacer? El amor propio es a tí a quien siempre se te dio bien, a mi me pudieron las ganas de depender de tí. Yo esperar y tú desesperar. Y por eso ahora un avión está a punto de arrastrar por el cielo el diario de la historia más cruel que salió del arco de Cupido. Porque te volvía loca la etiqueta, el permanecer y el compromiso. La velocidad de la vida de ahí afuera mientras tú caminabas lenta por mi salón.
Vuelve cuando quieras, quizás me encuentres acurrucado en un rincón del sofá, en la barra de algún bar revolviendo una copa o fingiendo que sigo el ritmo de la ciudad en alguna calle repleta de almas ausentes. Pero, seguramente, al final del día, en esa azotea que esta mañana desnudabas de colores y ropa, escucharé tu risa de nuevo en el barullo sordo de la ciudad.


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