"Pero al doblar la esquina, al día siguiente, no había ruido. Y, en lugar de gritarle, me callé".
Y volví a la vida inocua y segura sin los peligros de enamorarse y perder la razón. A las pelis de sábado por la tarde y las canciones transparentes de ranking. A los libros vacíos y a los sofás de una plaza. A las sábanas planchadas.
Renuncié al peligro de correr calle abajo gritando su nombre hasta que algún viandante gris llamase a la policía. O hasta que, quizás, arriesgando la dignidad, apareciese ella sonriendo al otro lado de un andén.
Me rendí sin haber batallado, y volví a la habitación de hotel más rota e impersonal. La misma que ayer fue escenario de la mejor interpretación del amor.
Volví a la vida simple y sin sobresaltos que da el respirar sin probar lo incierto.
Para conocer la verdadera historia... {Si llueve en Sevilla - Andrés Suárez}
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