Clara


La quiero porque llena la habitación de magia, porque siempre se sienta en las sillas que aún están calientes, para sentir algo, alguien. Porque hace las cosas que todos deseamos y decimos no deber, y te pregunta con los ojos ¿por qué no? sin que sepas qué contestar.
Y me duermo con ella aunque no esté, y me despierto.

No la quiero, la necesito... porque regala sonrisas por donde va, incluso a los espejos que la miran. Porque ella no se mira, la miran ellos.
Sus mejillas cuentan historias de colores, y sueños. Y siente, no piensa. Y yo la sigo igual, sin pensar.

No espero que lo entiendáis, nadie puede.

Las tardes de un verano (relato incluido en Cuéntame un Cuento)
(c) Marta Suárez Cota

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