Vueltas de la vida

- Seguro que si algún colega nuestro me... nos ve en esta situación, se ríen de mí un mes.

Ya ves, yo, el que jamás creyó en hablar con los muertos, y estoy sentado encima de la tumba de... Hortensia, disculpe el atrevimiento... mirando tu nombre en una lápida, y hablándote de ella. Ni muerto te dejo tranquilo. Va a ser verdad que la amistad es para siempre, Marquitos.

¿Te acuerdas de cuántas veces me empujaste a hablarle, a atreverme de una vez a dejarle las cosas claras a esa niña que parecía no enterarse de nada? Yo estos dos últimos meses me he acordado mucho de todo eso.

Pues lo hemos dejado. Igual eras tú lo que nos mantenía unidos... Pero no sé, han pasado mil cosas, Marcos. No era tan fácil como parecía, ni tan definitivo.

Joder, nunca terminabas nada, ni las cañas, ni los crucigramas, ni las hamburguesas... ni la puta vuelta al mundo que tan obsesionado te tenía. Y a nosotros locos. Y creo que me has dejado a mi en herencia esa costumbre insana. Ahora soy yo el que no sabe terminar nada, porque ni siquiera hemos roto del todo. Estamos ahí, en el limbo de los peleados, que no sabemos si dejarlo o seguir adelante con algo del que ninguno está convencido, pero que nos bombea el corazón.

No sé, ¿tú que opinas? ¿Robo un par de flores de aquí y se las llevo? ¿Me dejas las tuyas?

Sé que no debería decirte esto, porque te enfadarías, pero es que te echo de menos tanto...

Igual es mejor que me vaya.


Se levantó y se dirigió a la salida del cementerio. Antes sacudió con la mano la esquina de la piedra en la que se había sentado, y dirigió al nombre de la lápida, Hortensia, una mirada de perdón por la desfachatez.

Y apareció ella. En la esquina de aquellas calles de despedidas y silencio. Y les inundó eso, el silencio, por unas milésimas de segundo eternas.


- ¿Y tú por aquí? ¿Llevas mucho ahí?

- Lo justo. - sonrió - No sé, me apetecía ser un poco hipócrita y venir a hablar con Marcos un rato... ¿hay mucha cola? - rieron cómplices.

- No, yo lo he visto bastante tranquilo, hay ambiente, pero lo normal con Marcos. - estaba comenzando a alejarse cuando Maya lo llamó.

- Quería hablar contigo también...

- Tú diras.

- Verás... ahora que estoy aquí y veo toda esta soledad, y toda esta gente que seguramente no llegó a cumplir todas sus promesas, ni sueños... me doy cuenta de que no puedo seguir siendo así de soberbia. Que igual dentro de dos días estoy aquí. Pero no de visita. Y nos hemos pasado la vida riñendo el uno con el otro. Y yo me la quiero pasar viendo como robas flores para mí.


"La luz en la oscuridad" Amores que viajan entre penumbra
(c) Marta Suárez Cota


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