Soy fotógrafa de bodas

Bueno, de bodas, bautizos y comuniones. Ya sabéis, BBC. Me encargo de colarme en el día más importante de una pareja y congelar los momentos imprescindibles en ese álbum que abrirán durante toda su vida para poder recordar mejor.
Me encanta observar además de encuadrar. Fijarme en su familia, en sus - a veces - hijos, hermanos, padres, amigos... en la gente que liga en la barra libre, en la sonrisa de la novia, la cara de responsabilidad del novio. Las lágrimas de la típica cincuentona que se casó hace treinta años con la misma ilusión que esta novia, con un hombre que está a su lado, impasible y mirando al infinito pensando en nada. Porque en esas lágrimas está todo lo que no tuvo y desea que esta novia sí tenga en su vida.
Intento adivinar si hay amor, si hay miedo, si hay pasión... Si durará, si se terminará. Si saltarán por la ventana de la habitación los cajones llenos de calzoncillos y las camisas de un futuro ex marido. Si se encenderán las luces a las cuatro de la mañana para preguntar de dónde viene, o se limitará a hacerse la dormida para no discutir más.
Y al final me doy cuenta de que se todo de ellos, de que les conozco después de su primer día de vida juntos, hasta que la muerte, los celos, la rutina o los abogados los separen. Y no se nada de mí, de quien me fotografíará a mí, y con quien. De si llegará ese día. Si tendré algún día un borracho del que reírme porque terminó tirando los regalos de los invitados y bajándose los pantalones en medio de la pista, o una amiga que en la barra libre de mi boda termine bailando con el primo del novio, que todo les va bien y que acaban de comprarse un sofá nuevo. Si algún día tendré a una tía abuela sentada en segunda fila llorando por mi futuro y su pasado.
Porque me he empeñado tanto en congelar la felicidad de los demás que llevo la mía todavía sin usar en el bolsillo del pantalón.

www.marta-suarez.tk (c) martasuárez

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