Vaya mierda de final ¿eh?

Tú y yo, sentados en el asiento de atrás de este coche destartalado mirando al frente y sintiéndonos como dos fracasados.
Me está costando mucho no echarme a llorar, o quizás me está costando entender porqué no estoy llorando sin más, como un niño. Todas las veces que he sentido que estabas lejos, que te perdía, me he sentido tan aterrorizado como si tuviese cinco años y me fuese a morir de miedo, y de haber sido ese crío, hubiese llenado la habitación de lágrimas. Pero no pude, nunca pude.
¿Porqué no puedo llorar como la gente normal? ¿Porque ahora no puedo abrazarte y que sientas que me duele como a tí este final?
No sé, quizás mañana vea una peli de esas de domingo y me ponga a llorar con el final, y ahora no se asoma ni una lágrima en esta conversación, o más bien en este silencio.

Solo quiero decirte que... aunque me odies, aunque este final no sea para nada épico, ni de película, te diré que no existen los buenos finales. Son eso, despedidas, y nunca van a ser bonitos ni especiales, simplemente van a doler.
Es el trago previo a volver a empezar, y cuando uno está despidiéndose ya le duele la vuelta al punto de partida. Porque sabemos que, tarde o temprano, tendremos que volver a levantarnos y coger impulso, y el miedo a ello nos paraliza en un abrazo de adiós.

Tú sigue mirando al frente como ahora, mientras pienso todo esto que no te diré nunca en voz alta. Por favor, no me des ese abrazo del final. Creo que una lágrima de asoma... no me abraces o romperé a llorar.

www.marta-suarez.tk (c) martasuárez.

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