19 de marzo

Supongo que, aunque en silencio, habrás derramado lágrimas por mi. Y espero que alguna de ellas haya sido de felicidad. Que te haya alegrado la vida un poquito, aunque me conocieras con tus treinta y nueve primaveras encima, de vuelta y media de la vida y (también supongo) que por eso decidiste traerme aquí.
Hoy tengo dos años menos que los que tenía mamá cuando te conoció. Y no me veo con esa edad encontrando a un barrigudo como tú de treinta y nueve, graciosete, con calcetines verdes, metido en un seminario y escapándose a mitines de “rojos” (contradicción, te apellidas), que sepa como dormir a una niña sin acunarla.
Pero mejor, porque el hombre de mi vida siempre vas a ser tú.

A veces me da por odiarte, y no lo niegues, tú a veces también lo haces conmigo. Pero es parte del juego. Tú la cagas y yo no te hablo, no me miras a los ojos, y de repente me ablandas las entrañas y volvemos a jugar. Es mentira eso de que solo decepcionan los hijos, pero da igual, el juego no nos permite nunca reproches. Y me gusta que sea así.

La cuestión es que en días como este, “el dia del padre”, la gente reconoce que quiere al suyo, le regala una corbata, una maquina de afeitar, una colonia... y hasta el próximo 19 de marzo si te he visto no me acuerdo.
Yo no quiero parar el juego hoy ni cambiarlo por otro, sigues siendo padre, y cada día 1 de mes, no es el día del padre, pero sí te nombro “padre del día”.

No hay comentarios :

Publicar un comentario