A veces notas una sensación en la nuca, en los hombros. Un hormigueo o una brisa. Y le sigue un nudo en el estómago. Y te gusta pensar que se trata de él, que está ahí de verdad. Creer en esas locuras que algunos llaman fantasmas y cuentos chinos.
Pero cuando uno cree en que el tiempo pone a cada uno en su lugar, en que todo el mundo tiene lo que se merece, en el destino... también cree en cosas que nadie ha conseguido probar científicamente. Pero ¿a que nos hacen sentir mejor? Por eso me gusta pensar que es su mano, apoyada diciéndome que aunque todo va mal, le tengo.

Porque aunque no pueda probar que es verdad, tampoco nadie puede probarme que es una locura. Y mientras, yo me siento mejor.

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