nos gustaba escaparnos por la ventana y hacer lo contrario a lo que nos decían. y corríamos por el jardín de la mano entre risas de madrugada, y mientras habíamos esperado horas a que la casa quedara en silencio para poder huír pensando en todo lo que teníamos que decirnos.
y mordernos los labios nos parecía la mayor travesura y el secreto más grande. cualquier cosa al oído sonaba más especial.

pero cuando se llega a una edad en que piensas en restar días en tu vida en vez de sumarlos, lo más bonito antes de apagar la luz es un beso en la mejilla. y a los aniversarios se le repiten los regalos y se nos apagan las cenizas, poco a poco más bonitas y menos calientes. y cuando nos mordemos pinchamos hueso.

(c) marta.

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