Tu espía

Te observo mientras lees, sentada en tu banco de las tardes. Y recibes el final de cada página con una leve sonrisa. Mis ojos se fijan en los tuyos y sigo el movimiento de tus pestañas como si fueran los raíles de mi tren, no quiero descarrilar y perderme tu próximo parpadeo. Lento, imperceptible.
¿Qué es lo que me hizo alejarme de ti? Pasan los días sin saber cómo pude dejar escapar el regalo más grande de mi vida entre los dedos, como si fuese arena. Cuántas veces besé esas mejillas que ahora se ruborizan leyendo quién sabe que frase de amor, de esas que debí decirte antes de perderte. Me sobran las ganas y me faltan agallas para dejar de mirarte y comenzar a derribar ese muro de silencios que construí entre los dos. Y mira que he intentado borrarte de mi existencia, pero es como querer borrar el paso de un huracán. Devastas sigilosa y dulcemente la calma de cualquier corazón.

(c) Marta Suárez.

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