Atardeceres

Mi madre siempre hablaba de la tristeza como un atardecer. Como si estuviesemos “viendo como se hace de noche, de noche, de noche... y nunca parece que vaya a llegar ni la luna ni el amanecer”. Cada vez que me siento mal, inevitablemente pienso en esa metáfora del atardecer infinito. Y es verdad, nunca vemos nada más. Parece que nos quedemos en ese limbo entre el día y la noche, en la nada. Todo el mundo se va a sus casas y es como si uno no tuviese hogar, plantado delante del horizonte esperando a que decida si se acaba el dolor o si seguimos adelante con la tortura.
La diferencia que siempre le recordaba a mi madre, cuando me contaba su metáfora, es que los atardeceres de verdad suelen ser más hermosos.

"Las tardes de un verano"
Se incluye en el libro Cuéntame un Cuento (haz click aquí para más info)
(c) marta.

No hay comentarios :

Publicar un comentario